LA HEMOFOBIA
Se define como un persistente, anormal y injustificado miedo a la sangre. También se conoce como hemafobia o hematofobia.
El temor es principalmente a la propia sangre, pero no excluyente, ya que también temen ver sangre ajena, de otras personas o de animales. La visión de la sangre puede remitirles a su propia vulnerabilidad a las heridas, y eventualmente a la muerte.
Quienes padecen de esta fobia suelen evitar los objetos punzocortantes, como los cuchillos, las navajas, las agujas y alfileres, las jeringas, etc. Por lo tanto, esta fobia a menudo aparece relacionada con la blenofobia, que es precisamente el miedo a ese tipo de objetos. Al ver sangre o heridas, a los hemofóbicos puede bajarles la presión arterial, lo que los lleva a sufrir mareos e incluso desmayos. Esto puede llevarlos a desarrollar una nueva fobia: el miedo a desmayarse.
El miedo puede ser detonado por ver una herida de una persona cercana o también por imágenes en televisión o películas. No es necesario ver la sangre o las heridas para sentir el malestar, sino que éste puede producirse también por imaginarlas. Los hemofóbicos no soportan pensar en que se les pueda quitar sangre y una publicidad para donar sangre puede bastar para hacerlos sentir mal o al menos, incómodos.
A través de los tiempos, los escritores han hecho muy poco para calmar el miedo a la sangre. En La Ilíada de Homero, las aguas corren rojas de sangre mientras el iracundo Aquiles corta su cosecha de troyanos. En Macbeth, la famosa obra de Shakespeare, la sangre se convierte en un terrorífico símbolo de la culpa para Lady Macbeth, mientras se lava las manos hasta dejarlas al rojo vivo para librarlas de la sangre, ya sea real o imaginaria. En Drácula de Bram Stoker, la sangre se convierte en la nutrición del vampiro.
Hemofobia se deriva del griego “haima” (sangre) y “phobos" (miedo). Otras palabras derivadas de “haima” incluyen “hemodiálisis” (un procedimiento que remueve impurezas de la sangre), “hemoglobina” (un componente sanguíneo que transporta oxígeno desde los pulmones hasta otras partes del cuerpo), y “hemorragia” (rápida pérdida de sangre).